viernes, 31 de mayo de 2013

¿Por qué es tan difícil dejar de fumar?

¿Por qué es tan difícil dejar de fumar?


¿Por qué es tan difícil dejar de fumar?(Foto: especial).
En lugar de esforzarse por castigar a fumadores individualmente, otra estrategia es penalizarlos como grupo a través de elevados impuestos, tarifas de seguros médicos más caras y, quizá la más controvertida, que los empleadores decidan no contratar a gente que fuma.

Un artículo en The Lancet Respiratory Medicine revala que en la sociedad de hoy en día es difícil entender ¿por qué alguien empieza a fumar?
Explica que los cigarros se han ido encareciendo en países desarrollados, debido a los continuos incrementos en los impuestos que pagan. Por ejemplo, "el costo promedio de 20 cigarros en Inglaterra es de 8 Libras Esterlinas (más de 150 pesos), mientras en Nueva York, ciudad con la más alta tasa de impuestos en la unión americana, es de 12 dólares (también más de 150 pesos)", destaca. 

Así mismo las cajetillas están ilustradas con advertencias gráficas para que el consumidor esté consiente de que fumar mata, además ofrecen suficiente información explicando cómo es que este hábito reduce tanto la calidad como la esperanza de vida. 
¿Por qué entonces, la gente continúa adquiriendo este hábito? Y, más importante, ¿Cómo reducir el número de fumadores?
El efecto adictivo de la nicotina es bien conocido y el deseo que sienten los fumadores hacen difícil renunciar al hábito. Sin embargo, hay otros comportamientos que orillan a fumar.
Los cigarros están usualmente asociados en la mente de las personas con la relajación y la recompensa, así mismo puede ayudar a ganar confianza en situaciones difíciles. Así que, para dejar de fumar, es necesario tomar en cuenta ambos aspectos, el adictivo y el conductual.
Destacando la importancia de esta área, Nancy Rigotti, catedrática de la Universidad de Medicina de Harvard, destaca en su más reciente investigación sobre dejar de fumar, los beneficios comprobados de la farmacoterapia, así como terapias para modificar el comportamiento.
Estos esfuerzos son cruciales para reducir los más de mil millones de fumadores que se estima existen en el mundo. El estudio será presentado en la conferencia de la American Thoracic Society 2013 en Philadelphia en un simposio conjunto con la revista The Lancet en un esfuerzo global por controlar el tabaco. 
La publicación agrega que en lugar de esforzarse por castigar a fumadores individualmente, otra estrategia es penalizarlos como grupo a través de elevados impuestos, tarifas de seguros médicos más caras y, quizá la más controvertida, que los empleadores decidan no contratar a gente que fuma. Quienes han adoptado esta última política, justifican su decisión argumentando que son parte de una organización que encabeza una campaña contra la "epidemia del tabaquismo". Sin embargo, aunque esa justificación sea válida, puede haber otras razones para usar ese criterio de selección tan estricto, como evitar el incremento de las cuotas médicas y la reducción de la productividad en los trabajadores pues, según un estudio de la Universidad de Nottingham, los fumadores son 33% más propensos a faltar al trabajo que los no fumadores. 
Excluir a un candidato calificado solo por fumar puede ser el principio de una pendiente muy empinada. Campañas de salud públicas están siendo dirigidas a otros estilos de vida, tales como el uso de dietas, la práctica de ejercicio y el consumo de alcohol, reconocidas por tener efectos en la salud que derivan en costos médicos. ¿Estas personas también estarían sujetas a restricciones laborales? Un reporte de 2012 del Centro de Control y Prevención de Enfermedades en Estados Unidos señala que la gente por debajo de la línea de pobreza, con un nivel de estudios bajo y los discapacitados, son más propensos a fumar. Por lo tanto, medidas para castigar a fumadores podrían afectar a los que menos tienen. 
Los esfuerzos estarían mejor dirigidos en desanimar a los jóvenes de empezar a fumar.
Mientras Nueva York celebra el décimo aniversario de la prohibición de fumar en lugares públicos cerrados y anuncia una disminución en el número de fumadores adultos, poco se ha hablado sobre el incremento de este hábito en la población adolescente.
Esta situación es similar en el Reino Unido, en donde un reporte del Cancer Reserch UK reveló que a pesar de un descenso general en los adolescentes de 2000 a 2011, el número de jóvenes de 11 a 15 años que empiezan a fumar se ha incrementado de 156 mil en 2010 a 207 mil en 2011. Este grupo, para quienes la idea de morir jóvenes se ve muy distante, necesita una estrategia diferente.
Campañas para esta audiencia harían bien en destacar los efectos de fumar en el envejecimiento de la piel o en la fertilidad. 
The Lancet estima en un reporte que 6.3 millones de muertes fueron atribuidas al tabaco en 2010. Mientras se investiga en otras áreas de la medicina, una estrategia global no funciona para todos, debe ser ideadas terapias para dejar de fumar individuales. La cultura de culpar a los fumadores no es constructiva y más estrategias que apoyen el dejar de fumar deben encabezar las políticas públicas de salud. 
Con información de The Lancet Respiratory Medicine

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